Una Mirada Cercana a la Ciencia detrás del THC y CBD
Hasta el momento, se han identificado 111 cannabinoides, pero en el ámbito terapéutico, nos centramos principalmente en dos: el Delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) y el Cannabidiol (CBD).
El uso de estas sustancias, especialmente el THC, conlleva una serie de efectos secundarios, cuya aparición depende de varios factores, como la frecuencia y duración del consumo, la edad de inicio, la composición del producto y la dosis administrada.
Los efectos agudos más comunes asociados al consumo de cannabis incluyen enrojecimiento ocular, sequedad de las mucosas, aumento del apetito, alteraciones en la coordinación motora, lentitud de pensamiento, cambios en la consciencia, ansiedad y afectaciones cardiovasculares y respiratorias. El uso prolongado y en altas cantidades de THC puede afectar tanto el estado físico como mental, dando lugar a alteraciones del humor, desmotivación, síndrome de abstinencia y, en casos extremos, psicosis.
El THC también puede afectar el sistema cardiovascular, aumentando el gasto cardíaco, la presión arterial y provocando taquicardia. En pacientes cardíacos, se recomienda un enfoque terapéutico previo con CBD y dosis bajas de THC, aumentando gradualmente según la tolerancia del paciente.
Debido a su capacidad para atravesar la barrera hematoencefálica, los cannabinoides afectan regiones cerebrales responsables de la memoria, el aprendizaje, la atención y la toma de decisiones. En la adolescencia, el consumo de cannabinoides puede afectar la plasticidad neuronal, comprometiendo la atención y la memoria, mientras que en adultos, estudios indican déficits cognitivos temporales, que desaparecen después de 28 días sin consumo.
El cannabis también impacta el cerebelo, afectando la coordinación motora y el equilibrio, lo que puede influir en actividades cotidianas como la escritura, la conducción o el manejo de maquinaria. La combinación de CBD y una tolerancia gradual al THC puede modular estos efectos, permitiendo un uso más funcional.
Los cannabinoides, por su efecto espasmolítico, pueden relajar las fibras musculares lisas del intestino, disminuyendo la motilidad intestinal y provocando estreñimiento en algunos casos. El THC, en dosis consideradas medias/alta, induce somnolencia y sueño efectivo, efecto que puede ser modulado con la adición de CBD, que también proporciona propiedades ansiolíticas y relajantes.
Aunque el consumo crónico de cannabis no produce graves alteraciones cognitivas comparables al alcohol, puede agravar enfermedades mentales preexistentes como la esquizofrenia. Para mujeres embarazadas, se desaconseja el uso de cannabinoides durante el embarazo y la lactancia, a pesar de no haberse demostrado efectos teratógenos derivados de su consumo durante el embarazo.